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¿No has sentido alguna vez
el galopar de unos caballos en el pecho?
¿Que extraño poderío levantó su aparición?

Dame, padre, tu bencición
en el momento del adiós.

Cada soldado
lleva una canción,
cada canción su plegaria,
cada plegaria un deseo
y un estribillo común
que a coro todos pensaban:
“Que mi justicia sea la de los fuertes,
que mi fuerza sea la de los justos”

Dame, padre, tu bendición
en el momento del adiós.

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